Si estás pensando en adquirir un vehículo de segunda mano, seguro que te han surgido dudas y preocupaciones sobre si todos los mecanismos del coche estarán en buenas condiciones o tendrá algún problema oculto que se te pase desapercibido. Por eso es importante que tengas en cuenta los siguientes aspectos de tu compra antes de realizarla, evitarás lamentos posteriores y problemas con tu adquisición.

Observa minuciosamente la tapicería, ya que ella será la que te informe del kilometraje y uso que ha tenido el vehículo. Comprueba el desgaste en asientos, pedales, palanca de cambios o interior de puertas, y si estos están muy deteriorados querrá decir que hay muchos kilómetros a sus espaldas.

Vigila la suspensión. Hazlo con el vehículo parado presionando hacia abajo en una de las esquinas de éste y comprueba que vuelve a su posición inicial sin seguir oscilando. Será señal de que los amortiguadores están bien.

Fíjate bien en que todas las luces están en perfecto estado, con la intensidad adecuada y sin oscilaciones. Ello va a indicar que no hay problemas en el alternador, el cuadro principal o el cableado.

Gira la dirección y observa que tras ese giro vuelve a su posición por sí misma. Si no sucede así ese coche tiene un problema en la junta cardánica o en la cremallera (desde 200 €). También debes vigilar que no haya tendencias en la dirección, que hagan que el coche tienda a irse a uno de los lados. Será culpa de un defecto de alineación que puede haber provocado  que los neumáticos se desgasten de forma irregular.

Acciona el aire acondicionado y comprueba que atiende a si su función de enfriado en el tiempo aproximado de 60 sg, así como que la calefacción también funciona correctamente.

Para saber si la caja de cambios está en buen estado haz una salida en segunda marcha y espera a que se cale. Si no sucede así hay un problema con el embrague. En coches de tracción delantera prueba a circular en una rotonda y atiende a que no se escucha ningún sonido del tipo clak-clak, que indicaría rotura en un fuelle que puede dañar la transmisión.

Chequea el arranque, que debe ser inmediato y el ralentí, lo contrario supondrá un problema en el sistema de alimentación, en el de precalentamiento, en algún sensor de temperatura, o en la falta de compresión en los cilindros. Eso va a significar que ostenta un elevado número de kilómetros y puede requerir rectificación.

Revisa el estado de niéveles como el del aceite, el líquido refrigerante y el de frenos. El coche no será de fiar si alguno de ellos no está en su adecuado volumen. Los frenos debes probarlos a conciencia de manera que al usarlos el vehículo se muestre estable, para que no delate un fallo de alineación o incluso de suspensión.

Observa el tubo de escape y comprueba que la emisión de humo sea insignificante ya que de lo contrario delataría la existencia de una avería. Puede ser provocada por un mal funcionamiento del turbo o un problema con la junta de la culata, o simplemente un desgaste del motor.