¿Cuándo fue la última vez que mediste la presión de tus neumáticos? ¿Recuerdas si en alguna ocasión has comprobado si tus ruedas sufren un desgaste excesivo? Es posible que la respuesta a estas cuestiones haya sido negativa. Los neumáticos son un elemento clave en nuestro vehículo, pero al mismo tiempo uno de los más olvidados por los conductores que le echan pocas cuentas. Medir la presión de las ruedas con periodicidad y estar atento para cambiar los neumáticos del coche llegado su momento, es algo que pocos nos planteamos como una rutina y más bien es un hecho que hacemos muy de cuando en cuando. Las marcas indican que debería ser de obligado cumplimiento revisarlos cada mes y medio para detectar problemas que incidan en la seguridad de nuestro vehículo.

Pero si nos centramos en conocer cada cuanto tiempo se deben cambiar los neumáticos hay que responder que no existe una regla exacta. Se apunta que cada cinco años es un buen periodo de tiempo para proceder al cambio, pero esa medida es engañosa ya que no todos usamos el coche con la misma intensidad. Es mejor fijarse en el cuenta kilómetros y hacer caso a aquellas indicaciones que nos sugieren que atendamos a esa renovación cada 30000 kilómetros. Pero aún así hay que distinguir entre si esos kilómetros se ha realizado en ciudad o en carretera, ya que este factor cambia por completo su nivel de desgaste. Otra cuestión que influye es la marca y calidad de nuestras ruedas, ya que dependiendo de ello su durabilidad es mayor o menor, por lo que debemos atender a las recomendaciones de cada fabricante.

Debemos saber que en un coche de tracción delantera las ruedas traseras se desgastan en tiempo distinto a las traseras. Ello se debe a que la fuerza motriz se ejerce sobre las delanteras, que tenderán a un mayor desgaste, mientras que las traseras  puede que apenas hayan sufrido con el paso del tiempo. Será entonces cuando pasaremos estas últimas a la posición de delante y colocaremos neumáticos nuevos en la parte trasera y así sucesivamente con el paso de los kilómetros.

Pero más allá de estos indicadores, existen otros factores que pueden aconsejarnos el cambio de neumático a pesar de que no haya llegado el final de su vida útil o el kilometraje sea inferior al señalado por la marca. Por ejemplo, el más peligroso es aquel en el que las ruedas sufren la llamada cristalización. En este caso será necesario un cambio antes de lo previsto ya que la cristalización surge cuando ciertas condiciones meteorológicas (sol, lluvia, humedad) hacen que vayan perdiendo propiedades las ruedas y la goma del neumático se endurece y pierde su capacidad de agarre, así como otras virtudes como la evacuación del agua de lluvia, afectando directamente a la seguridad del vehículo. Para saber si tu neumático se ha cristalizado prueba a hundir la uña del dedo en el neumático. Si ésta se hunde, es que éste conserva sus propiedades; de lo contrario es síntoma de que ha perdido elasticidad.